domingo, 5 de abril de 2015

DEPREDADOR Y PRESA

"Ahí estaba él, en mitad del abrumador silencio de la noche, camuflado entre la maleza del bosque. Pensó que no le veía, pero desde mi posición podía ver sus ojos, unos ojos que brillaban iluminados por la luz del firmamento. Me observaba en silencio, al igual que un fiero depredador, hambriento, acechaba a su presa. Sentí mucho miedo, quise salir corriendo y huir de allí, pero no pude mover ni un solo músculo de mi cuerpo. Él se moría de ganas de probar mi carne y yo me moría de ganas de que lo hiciera. El lobo salió de las tinieblas y se aproximó despacio, clavando sus penetrantes ojos dorados en mí. Se detuvo justo delante, regalándome una devastadora sonrisa, sentí un intenso escalofrío que atravesó mi columna vertebral y fue entonces cuando lo comprendí, lo amaba aun sabiendo que este amor acabaría conmigo".

                                                     Búscame bajo la luz de la luna....



Una brisa helada sacudió los cabellos del lobo, éste, sin dejar de mirarme, rompió el inquietante silencio que reinaba en el bosque.


-                      -¿No vas a huir esta vez?- preguntó forzando la mirada.


No fui capaz de pronunciar palabra, mi lengua estaba trabada dentro de mi boca, no podía dejar de mirar sus ojos, sus pupilas verticales resaltando en el fondo del iris de sus ojos me producían una extraña sensación, aquella mirada era capaz de hechizarme. 


Al no obtener respuesta el lobo inició la marcha. Sus pies desnudos se mezclaban con la brillante nieve que cubría el paisaje, dejando unas características huellas a su paso. Con cada paso que el daba hacia delante, yo daba uno en sentido contrario. Aterrada, intentaba anticiparme a sus movimientos, pero estaba lo suficientemente nerviosa como para no tener en alerta mis cinco sentidos. ¿Por qué sigo aquí?


El depredador no estaba dispuesto a cesar en su intento de intimidarme, continuó caminando hasta que mi espalda golpeó bruscamente contra un árbol, provocando que la nieve que cubría sus ramas se desprendiera sobre mi cuerpo con violencia. El tacto helado de la misma me provocó un fuerte sobresalto, el lobo aprovechó el despiste y se lanzó sobre mí. 


-                    -  Me lo estás poniendo demasiado fácil…- masculló con una sonrisa perversa.


Acorralada contra el abeto por su fornido cuerpo no tenía escapatoria, no había nada que hacer, si ahora mismo quisiera, me arrancaría la cabeza de un manotazo. El miedo creció de manera desmesurada, mis dientes castañeaban y un sudor frío emanaba de cada uno de los poros de mi piel. Pero aún sintiendo tanto miedo era incapaz de apartar la vista de sus ojos, me gustaba verme reflejada en ellos.


Sin duda alguna él podía notar mi miedo, en cierto modo era capaz de “olerlo”. Cerró sus ojos y aproximó su nariz a mi cuello. Me estremecí al sentir su forzada respiración sobre mi piel, como un animal, me olfateó de arriba abajo hasta saciarse.


-                        - Este olor...sería capaz de localizarte al otro lado del planeta- el tono de su voz era capaz de acelerar mi ritmo cardíaco.


Apartó su nariz de mi cuello y se alejó unos pasos de mí. No entendía nada, ¿me iba a perdonar la vida?


-                      -   Voy a darte una tregua- advirtió con los ojos impregnados en deseo- Contaré hasta cinco y luego saldré a buscarte, así que corre, corre todo lo que puedas porque te encontraré- al terminar la frase volvió a sonreír, una sonrisa traviesa en la que pude ver como deslizaba su lengua por debajo de sus enormes colmillos perlados, aún no me había probado y ya me estaba saboreando.


Un fuerte latigazo azotó mi entrepierna al verle hacer semejante gesto, segundos después mi temperatura comenzó a subir de manera desmesurada, todo el frío del invierno se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.


-                       - Uno…- sin darme un minuto de tregua él comenzó la cuenta atrás.


Debía de huir, tenía que hacerlo si quería salir de allí con vida, pero una vez más me quedé petrificada en el sitio.


-                        - Dos…


El viento soplaba con más fuerza ahora, levantado una leve polvareda de nieve que le envolvía agrandando más todo su esplendor.


-                        -  Tres…


Divisé los copos de nieve acariciando su torso desnudo y sentí celos de ellos, yo también quería tocarle, quería embriagarme con el sedoso tacto de su piel.


-                        - Cuatro…


Quería huir pero no podía, miré una última vez esos ojos intentando averiguar sus pensamientos pero moría en el intento. ¿Qué es lo que ves a través de ellos? Me di media vuelta y corrí como nunca antes lo había hecho, en el fondo me gustaba jugar a ese macabro juego, adoraba ser su presa aún sabiendo el cruel destino que me esperaba. 


Lo amaba, quería ser su loba.


-                         - Cinco.





   

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