Una brisa helada sacudió los cabellos del lobo, éste, sin
dejar de mirarme, rompió el inquietante silencio que reinaba en el bosque.
- -¿No vas a huir esta vez?- preguntó forzando la
mirada.
No fui capaz de pronunciar palabra, mi lengua estaba trabada
dentro de mi boca, no podía dejar de mirar sus ojos, sus pupilas verticales
resaltando en el fondo del iris de sus ojos me producían una extraña sensación,
aquella mirada era capaz de hechizarme.
Al no obtener respuesta el lobo inició la marcha. Sus pies
desnudos se mezclaban con la brillante nieve que cubría el paisaje, dejando
unas características huellas a su paso. Con cada paso que el daba hacia
delante, yo daba uno en sentido contrario. Aterrada, intentaba anticiparme a
sus movimientos, pero estaba lo suficientemente nerviosa como para no tener en
alerta mis cinco sentidos. ¿Por qué sigo
aquí?
El depredador no estaba dispuesto a cesar en su intento de
intimidarme, continuó caminando hasta que mi espalda golpeó bruscamente contra
un árbol, provocando que la nieve que cubría sus ramas se desprendiera sobre mi
cuerpo con violencia. El tacto helado de la misma me provocó un fuerte
sobresalto, el lobo aprovechó el despiste y se lanzó sobre mí.
- -
Me lo estás poniendo demasiado fácil…- masculló
con una sonrisa perversa.
Acorralada contra el abeto por su fornido cuerpo no tenía
escapatoria, no había nada que hacer, si ahora mismo quisiera, me arrancaría la
cabeza de un manotazo. El miedo creció de manera desmesurada, mis dientes
castañeaban y un sudor frío emanaba de cada uno de los poros de mi piel. Pero
aún sintiendo tanto miedo era incapaz de apartar la vista de sus ojos, me
gustaba verme reflejada en ellos.
Sin duda alguna él podía notar mi miedo, en cierto modo era
capaz de “olerlo”. Cerró sus ojos y aproximó su nariz a mi cuello. Me estremecí
al sentir su forzada respiración sobre mi piel, como un animal, me olfateó de
arriba abajo hasta saciarse.
-
- Este olor...sería capaz de localizarte al otro
lado del planeta- el tono de su voz era capaz de acelerar mi ritmo cardíaco.
Apartó su nariz de mi cuello y se alejó unos pasos de mí. No
entendía nada, ¿me iba a perdonar la vida?
- -
Voy a darte una tregua- advirtió con los ojos
impregnados en deseo- Contaré hasta cinco y luego saldré a buscarte, así que
corre, corre todo lo que puedas porque te encontraré- al terminar la frase
volvió a sonreír, una sonrisa traviesa en la que pude ver como deslizaba su
lengua por debajo de sus enormes colmillos perlados, aún no me había probado y
ya me estaba saboreando.
Un fuerte latigazo azotó mi entrepierna al verle hacer
semejante gesto, segundos después mi temperatura comenzó a subir de manera
desmesurada, todo el frío del invierno se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.
-
- Uno…- sin darme un minuto de tregua él comenzó
la cuenta atrás.
Debía de huir, tenía que hacerlo si quería salir de allí con
vida, pero una vez más me quedé petrificada en el sitio.
-
- Dos…
El viento soplaba con más fuerza ahora, levantado una leve
polvareda de nieve que le envolvía agrandando más todo su esplendor.
- -
Tres…
Divisé los copos de nieve acariciando su torso desnudo y
sentí celos de ellos, yo también quería tocarle, quería embriagarme con el
sedoso tacto de su piel.
-
- Cuatro…
Quería huir pero no podía, miré una última vez esos ojos
intentando averiguar sus pensamientos pero moría en el intento. ¿Qué es lo que ves a través de ellos? Me
di media vuelta y corrí como nunca antes lo había hecho, en el fondo me gustaba
jugar a ese macabro juego, adoraba ser su presa aún sabiendo el cruel destino
que me esperaba.
Lo amaba, quería ser su loba.
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